Tiburcia decidió levantarse temprano
No sabía a qué, bueno si sabía para qué.
No todos los días estas en
la capital de Bolivia.
Entonces se levantó y dejo a sus dos
compañeros de viaje,
Hijos de viaje, hermanos de
ruta, durmiendo tranquilos.
Sabía que no quería dormir
más, quería estar despierta lo máximo posible,
Quería hacer cosas, todo junto,
vivir vivir vivir.
Sumar experiencias.
Y salió nomas de
la habitación de ese hostel en la Paz,
y una vez en
la galería común, miro al cielo
Respiro profundo
Nuevo lo nuevo lo nuevo, se decía.
Cuando viajas estas
en un constante aprendizaje,
En todas las áreas que
puedas imaginar.
Todo es nuevo, cada día haces algo
nuevo,
Algo que nunca
antes experimentaste
Algo que nunca
sentiste.
Caminas bajos cielos nuevos, la
tierra te acompaña en tus pasos,
Disfrutas del sol de cada día, de
cada brisa, de cada nube, de cada latido de tu corazón.
Con la cabeza llena de estos
pensamientos
Y con
el corazón rebalsado de sentimientos,
Tiburcia abrió los ojos
para que instantáneamente,
por una casualidad que nadie consigue
comprender.
Su mirada se cruzó
con la de otra chica
Suavemente desparramada en una silla
de la galería.
-Buenos días-, dijo Tiburcia
-¡Buenos días para
ti!-, respondió la mujer más hermosa que Tibur había visto en su
vida.
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