Padre Techno

Los sueños imposibles pronuncian mal el inglés

yo soy el que le robó el flow al pibito ese y al que mearon desde una estrella Pero lejos de espantarme de la lluvia dorada Abrí la boca par...

domingo, 22 de octubre de 2017

Las cinco de la mañana


  Siempre había detestado que la llamaran al celular sin avisarle antes, le parecía como un atrevimiento o falta de respeto por el tiempo ajeno que simplemente un loco pudiera marcar hasta sin ganas unos números y así como asa tener a cualquiera a su disposición, por fortuna la ultima palabra la tenían justamente los últimos decidiendo si es menester ponerse a disposición del entrometido, básicamente si atender o no. A pesar de eso, Silene la estaba pasando bastante bien en la caja de zapatos que cinco aires acondicionados industriales no conseguían ni acercarse a enfriar ¿Estaban los cinco encendidos? Se preguntaba cuando otra vez vibro su celular que tenia a mano como una granada. Estaba decidida a no darle el mínimo grado de interés pero por uno de esos descuidos, el diablillo de su hombro sabotea el hilo de pensamientos y arremete contra la relación lógica de acciones e idea mientras sin querer queriendo se fija a ver quien carajo le hablaba. Ninguna novedad por cierto, cuarenta y cinco mensajes del grupo de la facu, setenta y siete del grupo de las chicas, cinco de Eugenio (su novio) y diecisiete de Lucifer (su ex). A penas se asomo al whatsapp y ya las palabras amenazantes e inquisidoras le saltaron a la cara: atendeme ordenaba Lucifer. Retobada por el puro placer de no hacer caso, a despecho de la impertinencia, volvió a bloquear el celular sin responderle nada a nadie. 
  Era la tercera vez que daba una vuelta completa al boliche, desde el baño hasta al dj, adelante, al medio con los manijas y de nuevo en la barra. La atmósfera pesada pegaba las ropas a la piel mojada y el jadeante calor exigía una bebida minimamente helada. Silene se queja de que ese ultimo faso fumado lejos de activarla, la dejo terriblemente postrada y embolada; cuando le pasan su trago ella ya sabe que luego de beberlo tendrá unos quince minutos antes que arranquen las 5:00 am, hora limite hasta la cual podes torcer las fuerzas del destino y salvar la que venia siendo otra noche perdida, es bien sabido que pasado el borde de las cinco de la mañana, nada más que lo espantosamente previsible puede pasar.

  Plantate dice El chaqueño mientras observa como su rival se acerca cual Cristo con los brazos abiertos. No quiero pelear dice Bartoli pero se acerca cada vez más, sospechosa estrategia. Quédate ahí y plantate repite otra vez, y es porque a esta altura por lo menos uno de los dos ya esta re-contra-jugado y con su naturaleza desconfiada El chaqueño sabe que si este canalla se acerca un paso más ya habrá acortado la distancia entre ellos lo suficiente como para poder arrebatarle un golpe a traición, es bien sabido que quien pega primero pega dos veces, por eso antes de permitir que este zatrapa este misogino hijo de mil putas lo arrebate preferiría morir. Entonces se adelanta y se lanza con todo contra Bartoli que recibe el primer golpe, pero ágil evita el segundo y previsiblemente se acerca todavía más con una toma básica de judo, la vieja y confiable zancadilla. Casi se distrae cuando la bajan de regreso a la barra y el Dj main empieza a explotar los bajos grooveros de esos tracks secretos. El celular le arde como una brasa en las manos y se reprocha vivir pendiente de el cuando otra vez ya lo esta mirando. Tenemos que hablar y no me hagas esto y contéstame. Poco a poco va matando su locura de pasti forzada a rescatarse, atraviesa entre perdones y permisos la encimadera de gente. Por lo menos alguno de esos cinco aires debe estar funcionando y el sudor le chorrea por la nuca rapada cuando en busca de una bocanada de cordura llega al baño. El encuentro con el espejo es inmediato, deja el agua correr porque el sonido la tranquiliza, un eco de un track pizzero retumba en el baño decorado con mil numero de miles de chupapijas y la luz titila cuando sus pupilas mariposas llegan al ojo de su propio huracán. No te llamo más y pero contéstame por favor y no me hagas esto. Le repugnan los privilegios que un ex ya no tiene de imponerse en su presente y honestamente, un poco ridículas siempre le parecieron las emociones de aquellos a quienes ha dejado de querer; así que por la tangente de la lastima, finalmente abre el chat de Lucifer. 
  Dos o tres veces descarga todo el peso de su cuerpo en puñetazos contra el Chaqueño que aguarda bien cubierto y no se desespera por estar bajo su rival, sino que aguarda a que le tire otro golpe para usar el impulso ajeno y sacar a Bartoli hacia arriba ayudandose con las piernas. Ahora respira e intenta agarrarlo por el cuello pero Bartoli se encabrona y se hace una bolita que no deja huecos. El publico protesta por la inactividad de la pelea y algunos internos amagan con saltar, pero los códigos son claros y bien conocidos por todos: mano a mano es una ley universal. Sin embargo los reclusos gritan cosas guturales en lenguas primitivas mientras el Chaqueño, bueno ¿así te vas a quedar? Por mi mejor. De un salto se pone de pie y erguido con toda su humanidad comienza por patear la cabeza de Bartoli, desarma su guardia con cada patada que suena seca y prolongada en el centro del patio. Hay dos tipos de dolor en el mundo explica Silene, el dolor que nos curte y nos hace fuertes y el dolor inútil que es simplemente sufrimiento, lo que vos nos estas haciendo es inútil y yo no tengo paciencia para las cosas sin de sentido, así que si vas a decirme algo este es el único momento que vas a conseguir de mi. Y manda el audio con 126 bpm de soundtrack, ahora sabe que es muy probable que el otro vuelva a llamarla, si tan solo Eugenio no hubiera salido a hacer esa cosa, pero dijo que iba y volvía, siempre tan inoportuno este nuevo novio suyo yendo y viniendo de lugares, llevando cosas cobrando favores y pagando deudas, poco y nada le importaba que fuera un quemo total la movida es la movida y disfrutaba andar del brazo de alguien conocido y apreciado. Al final no había tanto escándalo con eso de ser dealer como le decían sus amigas o sus ex-amigas porque si se ponía a pensar ya se había peleado con la mayoría, diferencias irreconciliables y también que ellas no bancaban ni un poquito a Eugenio. Pero Silene si y en casos como estos la opinión personal es la única que cuenta. Con esta reflexión y varias otras estaba pisteando con los ojos cerrados, le divertía cerrar sus parpados y deshacer todo el hilo de ideas idas hasta perderse en los colores de la música para abrir los ojos de golpe y encontrarse en otra parte del boliche, era como teletransportarse. Reía para si misma cuando sintió un calor de cien fuegos subirle por el cuello y quemarle los cachetes por adentro. Frente a ella como una aparición el mismo Eugenio apretandose con la pasión de los novios pubertos a otra que no era ella; sino otra equis que la reemplazaba del cuadro y tan real le pareció que ni lo dudo y se dio la vuelta con la puñalada todavía fresca y ese maldito y desleal rubor que solo la ridiculizaba más y más. 
  Bartoli se arrastra e implora ayuda a los espectadores que lo miran con desprecio, se lo merece piensa alguien y como verdugo de los giles El Chaqueño cae como la noche sobre el torso que se arrastra y con puñetazos fuertes castiga el cuerpo y el rostro del maleante que intenta cubrirse pero ya es muy tarde, los golpes le entraron como agua y la sangre salpica la furia que descarga hasta que le duelen las manos pero todavía sigue golpeando cuando alguien grita que ya esta, que se detenga, que tiene hijas pero son sonidos mudos en el ojo del oído de El Chaqueño, necio y terco no para porque cuando uno pelea en la cárcel tiene que dejar claro el mensaje de que nadie jode con vos. Los reclusos agitados por la violencia como tiburones excitados por la sangre comienzan a romper los palets de la villa miseria de su patio carcelario, arrancan colchones y se cubren las caras con remeras, palos y gritos histéricos en voces primitivas. Cuando cae en cuenta de lo que ha pasado tiene entumecida las manos y esta empapado de sudor frió, no ve nada más que rojo, un olor y gusto a hierro caliente le asquean los sentidos, escupe y mira al cielo de esa madrugada, los pibes enloquecidos comienzan lentamente una revolución mientras calcula que están por ser las cinco de la mañana. Con la vergüenza mordiéndole las orejas vuelve a mirarse al espejo del baño, de alguna manera busca verse a ella misma y encontrase entre tanta música tanta droga tanto bardo la empacha y asqueada de la persona que le devuelve la mirada le surgen arcadas pero se las aguanta. No puede flaquear, no se lo permite y antes de que un alboroto de minitas entren religiosamente a sacarse fotos que pajeros miran por dos segundos exactos, a Silene ya se le paso el mal viaje. Acostumbrada a que el mundo la embista esta Aries se arremanga y que se preparen todos porque ahí va de nuevo (entera o a pedazos). En cualquier caso sale más diva de lo que entro y es justo en una bajada cuando todos alzan sus manos al aire, que ella piensa "que se cague" y sale a lidiar con sus problemas de la única manera que conoce, de frente y hasta donde el otro aguante.