Fantasmas que nadie sabe de donde han surgido, mediocres que dan cátedra de sus patéticas vidas frente a una multitud de miserables; que atentos al bochornoso espectáculo, toman nota de cada centímetro aventajado en la competencia donde estos canallas miden lo estrecho de sus ideas y el largo de sus genitales. Antes de compartir el mismo oxigeno con estos repugnantes, prefiero exiliarme a las crueles calles donde el calor del mediodía castiga sin piedad, después de aquel maldito after, el ultimo de los últimos, me marche pero como siempre, demasiado tarde.
Sin embargo bajo la tutela de un demonio invisible, el joven desheredado deambulo por las veredas viejas y en los ojos de los charcos del asfalto, fue en donde pudo ver claramente al cielo, hasta embriagarse de sol. Poeta, oh poeta, maldito poeta.
Ahogado en escupitajos y ceniceros de personas, escucho las voces de los poetas malditos en mi cabeza, dulces voces que acarician mis oídos,y al mismo tiempo me vuelven loco. Yo ya estaba loco mucho antes de ser testigo de la farsa decadente del mundo, antes de la banalidad, antes del sinsentido, anterior a todo esto, yo ya había perdido la cabeza; ahora solo me asegure de nunca volver a recuperarla. Desde entonces, datan lo que vendrían a ser mis cicatrices, el pasado y el pasar turbulento de mi fatalidad, de mi oscura existencia; desde el abismo abstracto veo todos los mundos dentro del mundo, siendo victima y culpable de mi conciencia, arrastro conmigo, a todos lados donde vaya, un nido de víboras.
