Ojala me entierres

ya'arburnee (arabic) esta palabra es la declaración de que queres morir antes que alguien que amas profundamente porque no podrías soportar vivir sin esa persona, literalmente significa "ojala me entierres"

-¿Te acordas de ese ex novio que tenia Patricia?
-Creo que si, ¿el insoportable?
-A mi me caía bien al principio, era como un señor buena onda, pero si le llegabas a dar cabida, arrancaba.
-Era automático.
-Imagínate que si vos simplemente respondías "ajam" el tipo podía hablar como 20 minutos de seguido.
-No me parece tan heavy igual.
-El loco te tomaba de rehén verbal, y no es como que te hablaba a vos, el loco contaba ¿entendes?, hacia un show con ruiditos y todo, era un personaje como un Tinelli de la vida cotidiana. Te lo encontras así en una cena y cometes el inocente error mortal de hablar con él.
-Como le molestaba eso a Patricia.
-La volvía loca...
-Debe ser raro salir con alguien mucho más grande que vos
-No creo, yo he anduve con pibes más grandes que yo
-Claro, pero ellos tenian bastante diferencia, osea comparate a vos misma como sos ahora a como eras hace 5 años.
-Si tenes razón, él era muy viejo, anda a aguantarte a ese personaje.
-Cocinaba re bien.
-Para mi lo de la cocina era una artimaña para atraer a la gente a sus interminables charlas
-Jajajaja, era como su telaraña.

Entre aguardientes y eructos picantes las conversaciones casi chismosas por momentos iban cayendo como otra de las tantas noches perdidas. Sabino se acariciaba la cabeza y cada tanto dejaba un suspiro dentro del vaso, no es que le gustara hablar de la vida de las personas pero cuando estaba un poco picado se le soltaba la lengua y sentía un placer perverso cuando relamiéndose los labios, escupía otro secreto, ajeno obvio.
Por su parte, Julieta se sentía naturalmente incomoda pero acompañaba igual el mambo, como un segundo player o side-kick, un poco para no cortar el chorro y otro poco no porque le interesara nada de lo que le contaban aunque en el fondo pensaba firmemente que la gente siempre hace cosas comentables.

Y en una mesa de dos de cualquier bar, se sentaban y  ella escribía poemas con complejo de canciones acerca de cosas que nunca pasaron, a veces metía un poco de la vida real, de esta vida que se puede palpar a sus textos, que era más como historias en versos al final. Él no hacia otra cosa que mirarla, verla era como ver la primavera por vez primera, y cada tanto hacia el experimento de cerrar fuerte los ojos, hasta que empezaran las manchas de colores y las sensaciones eléctricas, como fragtales berretas que le recordaban algo que nunca supo, solo para volver a abrirlos de golpe y comprobar que ella seguía ahí; escribiendo y jugando con su pelo negrisimo.
Lo bueno de las personas detallistas es que siempre encuentran la belleza de lo cotidiano, y Sabino cada día encontraba un lunar nuevo o un moretón con una gran paleta de colores marrón azul violáceo, o que juntaba los labios como haciendo un puchero a la vida cada tanto, o como que no escribía de corrido, más bien bailaba sobre el papel casi como si la birome fuera quien manda y su mano solo acompañaba la magia.

Ahora Sabino hacia cálculos complicadisímos en una servilleta y no la miraba en absoluto, a veces tenia esos arranques de frialdad espontanea y levantaba un muro al estilo Trump marcando la frontera de su espacio personal con indiferencia. Eso la desconcertaba profundamente, pero le encantaba molestarlo así que en una exhibición de agilidad y astucia, arrebato la servilleta cuando el otro se distrajo con el vaso, y en cinco segundos ella lo dibujo con cinco palos y un circulo a mano alzada de cabeza, alado de su boca había un globo y en el globo palabras chistosas; lo devolvió sin que él lo note. 
Y cuando lo notaba frenaba y el mundo ponía en suspenso todo para prestarles atención, y por lo que duraba esa sonrisa no existía otra cosa que ese espacio entre ellos dos, y a lo lejos alguien cantaba algo perfecto y mientras duraba ese ahogo de sentimientos su muerte era dulce o se llenaba el momento de fragancias vivas como el primer aliento de un recién nacido. Entonces él volvía a cerrar los ojos y pensaba en esas palabras que no tienen traducción en nuestro idioma, esas que significan tanto y algún genio las resumió en una sola cosa, y respiraba profundo para recordar que era protagonista de su historia y por lo que duraba ese sueño lucido, sabia que nada nunca iba a volver a ser tan malo.