Padre Techno

Los sueños imposibles pronuncian mal el inglés

yo soy el que le robó el flow al pibito ese y al que mearon desde una estrella Pero lejos de espantarme de la lluvia dorada Abrí la boca par...

martes, 13 de marzo de 2018

Tengo que escaparme de la tierra.

Abandonar los fantasmas del pesimismo para pasar a los espectros de la razón (a pesar de la ventaja intelectual de la certeza) no es más que un mugroso traslado de celda, un cambio de uniforme. Pero teniendo en cuenta que las posibilidades seguirán siendo las mismas de antes: completamente improbable, nada me prohíbe imaginar con melancolía lo que podría haber sido de mi vida debajo de este disfraz de piel humana. Me da absolutamente lo mismo haber terminado de espantapájaros o tener ojos de sapo que haber sido persona. Que no daría por tener alas de murciélago con oídos de pescado o pico de loro y no esta alma azulada y pura que me apuna con la altura de mis sueños inconclusos que se caen como estrellas fugaces que no cumplieron deseos. 

Honestamente, si hubiera tenido el mundo en las manos lo cambiaba sin pensarlo con el primer señor de dientes bien peinados que aparezca ofreciendo hilos encerados o estampitas religiosas (siempre y cuando fuera domingo o sábado). Los días entre semana le doy una consideración igual a cero a la humanidad entera y la observo desde atrás del vidrio de una pecera con ojos lejanos y contemplativos. Nuestras almas se mueven por la tierra presas como los peces en el acuario, por lo tanto poco importa el atuendo de internos que escojamos o lo mucho que nos esforcemos en adornarlo. Príncipe o payaso que borra sus huellas o sale al escenario a representar la divina comedia o si repite en voz baja el monologo de Hamlet, ¿qué significado puede tener cuando se sabe que la verdadera vida esta afuera? del otro lado del vidrio, donde todo es distinto y las formas ya no se reconocen como tal y un comienzo puede llevarnos a cualquier parte excepto a su propio final. 

Este malestar mental y enfermedad del espíritu siempre me fue familiar, la recibo y veo llegar calladamente al clásico desenlace inútil: tengo que escaparme de la tierra.



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